Cómo pasar de ahorrante a inversionista ante un eventual nuevo retiro de la AFP

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Con las tasas de interés en mínimos históricos, la bolsa encarando su mejor último trimestre en años y la liquidez de los
retiros de AFP, es hora de buscar productos financieros rentables para hacer crecer tu plata.

Ahorrar no es lo mismo que invertir. La propia Comisión para el Mercado Financiero (CMF) sostiene que la diferencia radica principalmente en el producto elegido, su nivel de riesgo, rentabilidad, plazos y características. Todo eso, se debe tener en cuenta a la hora de cambiar el perfil financiero, si es que así lo decides. Sobre todo ahora, que se podría abrir un nuevo retiro de los fondos de pensiones y de seguro te preguntarás ¿qué hacer?

Cuando se ahorra se hace con el fin de tener un «colchón» para imprevistos o necesidades, por lo que normalmente se utilizan depósitos a plazo o cuentas de ahorro porque son sumamente seguros: no tienen el riesgo de perder el capital hasta un límite, por la garantía estatal a los depósitos: hasta 108 UF por titular en cada banco y 120 UF para la totalidad del sistema.

Sus otras ventajas son que los intereses se conocen de antemano y el dinero se puede rescatar fácilmente en caso de necesidad. Pero como el riego es mínimo, la rentabilidad es baja, y a veces menor que la inflación, que es lo que ha estado pasando por ejemplo con los depósitos a plazo, que están pagando menos de 0,6% al año: en 365 días $ 1 millón invertido en el banco que mejor paga genera apenas $ 6.067 de ganancia.

Y ese es un motivo importante: el escenario actual de tasa de interés, en mínimos históricos indica podría permanecer así durante mucho tiempo para reactivar la economía.

«La motivación de la inversión está en incrementar o multiplicar la inversión inicial (ahorro) para que el incremento o ganancia permita recuperar la inversión inicial lo antes posible y obtener el resultado máximo posible en un tiempo acotado«, explica el profesor de la Facultad de Economía de la U. de Chile, Guillermo Rebolledo.

Cuando los bancos ofrecían tasas de interés a plazo fijo en torno al 3% para un ahorrante convencional no tenía sentido explorar alternativas con rentabilidades similares o más elevadas. Tampoco, diversificarse porque había una ganancia asegurada y a un plazo conocido.

A este escenario de escasa o nula rentabilidad de los depósitos se une un elemento más en contra del ahorrador: la inflación.

Toda inversión debe tener como objetivo proteger esos recursos de la subida de precios o, al menos, igualarla: es decir que la plata siga teniendo el mismo valor.

Edad, riesgo y horizonte

Antes de invertir hay que saber qué tipo de inversionista eres. Todos los bancos y entidades financieras, así como la CMF ofrecen en sus páginas web información para definir tu perfil: bajo, mediano o alto riesgo.

Si te asusta perder una parte de tu plata, tu aversión al riesgo es baja. No jueges en la Bolsa por ningún motivo.

Pero si piensas que tras la caída, todo se va a recuperar y que incluso podrías ganar con la subida, claramente tu riesgo es alto: compra acciones.

Una vez conocido tu perfil de riesgo define qué tipo de inversión quieres: algo estable que te asegure una tasa mínima y cubrir la inflación (como comprar un una propiedad para arrendarla, por ejemplo) o algo que te haga ganar más, pero te exija cierta dedicación y estrategia. En general en el sistema financiero recomiendan pensar en más de $ 1 millón para partir con este tipo de inversiones.

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En el mercado existen alternativas para cada perfil de cliente: desde los más conservadores hasta los más arriesgados. Se pueden invertir diferentes montos.

El primer paso es entender cuál es la situación actual del mercado y sus perspectivas. Si la economía va al alza o a la baja.

La frase de «no poner los huevos en la misma canasta» sigue estando vigente: la diversificación minimiza el riesgo porque se trabaja en promedios y un efecto negativo no le pega a toda tu plata.

La edad es un factor clave. A partir de los 55 o 60 años el periodo que queda para la jubilación es corto, por lo que cualquier pérdida puede afectar mucho. Por eso, mientras más joven se es, más riesgo se puede asumir a cambio de obtener una mayor rentabilidad.

Para minimizar el riesgo, hay que mantener la inversión en el plazo recomendado, ser constante y mantener la paciencia: no consultes cada día la evolución de tus lucas. Eso te puede provocar dudas y decisiones apresuradas.

¿Pagar asesoría?
Para todo esto, es necesario familiarizarse con las opciones que hay en el mercado. Un error clásico de quienes se atreven a pasar de ahorradores a inversionistas es comprar productos sin conocerlos bien, quedarse atrapados en un alza o baja que después no se mantiene o tener que
pagar comisiones y costos que no entendían en qué consistían.

Una solución siempre es recurrir a un profesional. De hecho, para Rebolledo, esa sería la principal recomendación para quienes se atrevan con instrumentos de renta variable, diferentes mercados o que incluso están dispuestos a esperar que se recuperen de las potenciales pérdidas
de algún periodo anterior. «Esas asesorías es conveniente tomarlas en la medida que los fondos a invertir sean los mínimos requeridos por esos inversionistas y que el costo de la comisión no sea igual a las ganancias obtenidas».

Un negocio
Como inversionista también puedes estar dispuesto a apostar por un negocio o actividad económica de forma directa, a la espera que tus fondos renten en un plazo determinado.

Si estás pensando en eso, debes dimensionar de forma diferente la rentabilidad y el plazo de la inversión ya que es probable que tu idea sea obtener un retorno vía retiro más que por la devolución del aporte inicial.

Lo particular de este tipo de inversión es que genera un dinamismo diferente en la economía, ya que puede contribuir al empleo y a la generación de valor en diferentes cadenas de servicios, y también implica muchas más responsabilidades, que se pueden transformar en riesgos si el
mercado no se comporta de la forma deseada: ventas, pagos de arriendos, trabajadores, nuevas normas, etc.